"Escribo estas líneas sentado a una mesa del café
A Brasileira, en el lisboeta barrio del Chiado. Aquí muchas tardes se sentó Fernando Pessoa a la salida de su rutinario trabajo. Ahora se supone que sigue sentado, no en el modernista interior (
A Brasileira fue fundado en 1905), sino a una mesa de la acera. Es un Pessoa de bronce. A ojo calculo que debe de pesar una tonelada. La mesa también es de bronce, al igual que la silla vacía que está al otro lado de la misma. Vienen los turistas americanos o alemanes y sacan fotos. La mujer o el marido se sientan en la silla de bronce y hacen como que comparten tertulia con el gran poeta de bronce. Ríen. Risas ridículas. Ridículas es palabra esdrújula.Pessoa escribió al final de su poema titulado
As cartas de amor são ridículas: Todas as palavras esdrúxulas, / Como os sentimentos esdrúxulos, / Sâo naturalmente / Ridículas. El otro integrante de la pareja dispara la foto. Ya está: quedó registrado el instante.Hay muchos turistas ridículos que incurren en esta clase de obscenidades estrambóticas, patéticas, ridículas.
"Si me preguntan qué se me perdió en Lisboa tengo mis respuestas.En lo inmediato, les explico que fui invitado por Livros de Areia, mi editorial portuguesa, para la presentación de mi última novela, traducida por F. J. Carvalho, heterónimo del diamantino Francisco (Xico) Guedes, cuya vocación por las bambalinas lo lleva a parapetarse en hondas trincheras protectoras. Se nota que Xico Guedes estuvo en la guerra colonial de Angola. Promete que algún día volcará esa experiencia en un libro. Xico parece seguir el aforismo taoísta:
Usa tu luz, pero apaga su brillo."También les cuento que tengo otros motivos para disfrutar de Lisboa: me apasiona dejarme poseer por la
saudade de otras estadías. A los pocos meses de la Revolución de los Claveles llegué con un amor captado en Caracas. Fue una experiencia romántica, y por lo tanto esdrújula. En aquellos días la Revolución había enviado al trastero de la historia al general Spínola, que fuera su mascarón de proa.
"En mi segunda visita llevé a mis padres. Ya eran ancianos, y casi no bajaban del coche. Escribo ahora con la pluma que fue de mi padre; él y mi madre me enseñaron a amar la cultura y las cosas bellas, como esta hermosa y hechicera ciudad plena de modernidad y historia.
"Ya se dijo que Portugal, aquí al lado, es otro mundo. Es verdad.Cuando estás en Lisboa te asomas de paso a Luanda, a Río de Janeiro, al viejo imperio que puso su impronta en América, Africa y Asia.Lisboa tiene un poco de cada parte de este vasto mundo, pero hay una Lisboa íntima, y así esta ciudad es también el fado y es al mismo tiempo los relumbrantes centros comerciales.
"Y es
A Brasileira y es Pessoa, claro. Pero
A Brasileira de los turistas ya no es la misma de la época de Pessoa, al igual que el Pessoa de bronce no tiene mucho que ver con el gran poeta. Si uno lo piensa mucho se le puede escapar una lágrima. ¡Cuidado! Lágrima es esdrújula."
Lázaro Covadlo (in
El Mundo, 30.03.2007)